El Ocelote

Raúl me contaba que bajando hacia el valle de Jalpan, una zona a la que sólo podía llegar bajando una gran pared; había pumas y ocelotes. Ahí decían que los felinos cuidaban los tesoros que los revolucionarios habían escondido en las cavernas: muebles, oro, reliquias y demás cosas que "la bola" guardaba de sus saqueos. Con toda reserva, me sorprendía de su relato, pero también creía que era el calor -unos 38 grados- el que le hacía decir esas cosas tan increíbles. Terminaba la clase, se iba para su casa y cuando comenzaba a cerrar el salón, era inevitable ver un camino de huellas con garras-del tamaño de mi cara- grabadas en el suelo arcilloso, bajando hacia el valle de Jalpan.

 http://www.jornada.unam.mx/2015/03/25/ciencias/a02n2cie

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