Tú y la borracha noche (no es el nombre)
¡Oh, dime noche amiga, amada vieja,
que me traes el retablo de mis sueños
siempre desierto y desolado, y sólo
con mi fantasma dentro,
mi pobre sombra triste
sobre la estepa y bajo el sol de fuego,
o soñando amarguras
en las voces de todos los misterios,
dime si sabes, vieja amada mía, dime
si son mías las lágrimas que vierto!
Mas me respondió la noche:
Jamás me revelaste tu secreto.
Yo nunca supe, amado, si eras tú ese fantasma de tu sueño,
ni averigüé si era su voz la tuya
o era la voz de un histrión grotesco.
Dije a la noche: Amada mentirosa,
tú sabes mi secreto,
tú has visto la onda gruta
donde fabrica su cristal mi sueño
u sabes que mis lágrimas son mías,
y sabes mi dolor, mi dolor viejo.
¡Oh! Yo no sé, dijo la noche, amado
yo no sé tu secreto,
aunque he visto vagar ese que dices
desolado fantasma, por tu sueño.
Yo me asomo a las almas cuando lloran
y escucho su hondo rezo,
humilde y solitario, ese que llamas salmo verdadero;
peor en las hondas bóvedas del alma
no sé si el llanto es una voz o un eco.
Para escuchar tu queja de tus labios
yo te busqué en tu sueño
y allí te vi vagando en un borroso
laberinto de espejos.
-Antonio Machado. Soledades
que me traes el retablo de mis sueños
siempre desierto y desolado, y sólo
con mi fantasma dentro,
mi pobre sombra triste
sobre la estepa y bajo el sol de fuego,
o soñando amarguras
en las voces de todos los misterios,
dime si sabes, vieja amada mía, dime
si son mías las lágrimas que vierto!
Mas me respondió la noche:
Jamás me revelaste tu secreto.
Yo nunca supe, amado, si eras tú ese fantasma de tu sueño,
ni averigüé si era su voz la tuya
o era la voz de un histrión grotesco.
Dije a la noche: Amada mentirosa,
tú sabes mi secreto,
tú has visto la onda gruta
donde fabrica su cristal mi sueño
u sabes que mis lágrimas son mías,
y sabes mi dolor, mi dolor viejo.
¡Oh! Yo no sé, dijo la noche, amado
yo no sé tu secreto,
aunque he visto vagar ese que dices
desolado fantasma, por tu sueño.
Yo me asomo a las almas cuando lloran
y escucho su hondo rezo,
humilde y solitario, ese que llamas salmo verdadero;
peor en las hondas bóvedas del alma
no sé si el llanto es una voz o un eco.
Para escuchar tu queja de tus labios
yo te busqué en tu sueño
y allí te vi vagando en un borroso
laberinto de espejos.
-Antonio Machado. Soledades
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