Viajes Astrales
-O sea, no es que me declare un experto en la materia, pero sé lo que se siente la ausencia de espíritu, estar pero no sentir. Y créeme, prefiero vivir en el presente, es lo único que cuenta. Esa película de La Pesadilla tiene un punto claro, ese "don" de tener una percepción extrasensorial va más allá de la comprensión y el sólo hecho de aceptar que sucede no basta.
(Pasan los créditos de la película The Nightmare, la lámpara está prendida en la esquina de la sala, el acuerdo era ver películas de terror por la temporada de Halloween, por lo menos a media luz, aún hay papas en el tazón pero ya ha sido demasiada sal, pero la cocina está apagada y parece que no parece una buena idea ir a un lugar oscuro luego de haber visto una película escalofriante)
-¿A poco sí has experimentado algo como un viaje astral? Si siempre andas de ser racional, que eso no existe y tanta mamada que dices.
-Primero que nada, prende la luz de la cocina porque ya quiero un pan y sí me dio miedo la peli, en segundo lugar, no es que ande de racional, no sabría decir que lo que experimenté fue lo que se dice un viaje astral, pero sé cómo se sintió, justo como en la película.
Fue como por 2012, luego de mi servicio en el monte, al principio creí que me había aferrado a la idea de que me quería quedar un poco más, tratar de hacer algo más por aquella comunidad que me abrió sus puertas, las noches allá son diferentes y también el viento. Me sentí obligado a regresar a casa.
Pero ya aquí, cuando me enfocaba en avanzar con los pendientes, recuperar el ritmo de vida, aunque lo lograba a veces- porque tampoco lo hacía solo, estaba junto a mis amigos, me sentía respaldado- poco a poco pero se sentía raro, no lo disfrutaba como solía hacerlo, lo disfrutaba aunque vacío. Incluso en cosas simples como caminar, sentía que lo hacía metido en el mismo cráter en el que se encontraba la comunidad. Hasta que lo declaré "no me siento aquí" y corté con todo, incluyendo la novia con la que estaba. Y así estuve por los siguientes ocho meses.
Contemplando las estrellas.
Recordando el viento y los cristales.
La tierra y sus colores.
Su aroma y los besos compartidos.
La gran marcha hacia adelante.
La ola gigante de la juventud embistiendo al poder rancio.
Sintiendo poco a poco.
Acero, herrumbre y poesía.
Hasta que una vez fui a una feria de libro en el centro histórico, luego de andar por esos pasillos llenos de incontables títulos y de pasar a comer una rica torta de pierna, iba de regreso a casa. En el transporte de regreso, me quedé dormido pegado a la ventana de una combi. Muchos creerían que necesitas estar en una cama, o en un ritual guiado o bajo la influencia de algún narcótico, pero no y ha sido algo que nunca he vuelto a experimentar.
En el sueño, estaba en un estanque pantanoso, quizás de aquellas épocas prehistóricas, de frente un ojo de agua cristalino en el centro y cristales de cuarzo en el fondo que reflejaban la luz en todas direcciones, rodeados de vegetación tan hermosa y abundante. En el pantano estaba una versión de mí tratando de no hundirme, como un tigre dientes de sable luchando por no hundirse en la brea, mientras en el otro estanque había otro yo viendo aquella pelea desde el fondo del agua y se sentía una levitación suave pero por otro lado una sensación tensa, de muerte.
Ambos estanques comenzaron a acercarse uno a otro, de manera que cuando se alinearon, el yo que estaba en las profundidades salió con fuerza para empujar al yo que se encontraba en el pantano. La fuerza fue tal que las luces se apagaron y sólo quedó una luz como de proscenio. Entonces sentí que esa fuerza que venía de abajo se pegaba, milímetro a milímetro sobre todo mi cuerpo, empujando al fango que quedaba en costras secas. Tan lento que sentía cómo me llenaba de una energía infinita.
La sensación fue tan intensa, de pies a cabeza sentía cómo vibraba, tanto que me catapultó hacia la lucidez, despertándome abruptamente, seguía sentado en ese asiento de esa combi. Cuando abrí los ojos, vi a mi alrededor y lo primero que me vino a la mente fue "ya estoy aquí, ¿Qué es lo que sigue?".
Esa noche llegué con mi mamá a contarle, ya me sentía presente, con la idea de que cualquier cosa que pudiera ocurrir, por lo menos ahora me sabría aquí. Ella lo sintió, me dijo que tuvo la sensación de que algo entraba a la casa. Desde ese momento, que aunque no podría nombrar lo que experimenté en ese asiento, sí puedo describir lo que sentí; me regresó esa parte que dejé en el monte y que estaba buscándome y al final volvimos a ser uno, listo para avanzar, siempre unido, siempre presente.
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