Nudo Ocho
Antes de creer que no tenía nada, he perdido todo. No exagero, hasta las ganas de llorar se me colaron a un ligero dolor en la cabeza. Hay una característica en quien se siente repleto de nada: creer que está haciendo todo lo posible por ser correcto, tratar de conectarse con quien se sienta a su lado. No se pretende nada y es lo mismo que recibe.
Cada uno, al revolverse entre sus sábanas, ha modificado la realidad hasta donde le fue posible, pero termina aplastado por la insuficiencia, por una amnea neblinosa, hasta que el corazón se les para en solitario.
Pidamos por un amanecer acompañados.
Roguemos porque las coplas no desentonen al son.
Hay un tiempo para gozarnos vulnerables.
Sea, a buscar cristales.
Lluvia, espera un poco más.
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