De Austra y Sediba
Austra iba caminando por la pradera, pues apenas iban unos años desde que su manada había bajado de los árboles para encontrar comida. Se había agachado para recoger lo que sería para nosotros en este tiempo, los primeros tallos de avena silvestre, cuando recobró su postura erguida una vez más, dio cuenta de una presencia frente a ella, parecida a ella pero no, con los mismos ojos, pero no, con un aroma similar, pero no.
Temerosa, pues podría tratarse de un depredador que fingiendo ser ella, la devoraría sin piedad; pero no. Una mirada, un vistazo tan sólo. De pelaje marrón, hombros encogidos, apenas dejando ver un poco de cuello, largos colmillos que eran más grande que su frente (acordemos que su caja craneal era apenas de 50 cc).
La vio, pero sin saber qué hacer, estaba atónito, de las primeras emociones de los primates>homínidos. De su garganta tosca salió un grito de cortejo, mas para ella podría haberle parecido un nombre: "SSEE-DDII-BA." "Sediba" pensó Austra, más inteligente que él. Sin saberlo, habían comenzado la cadena no sólo de la reproducción de un nuevo espécimen, sino del arquetipo amoroso. Y es ahora como nosotros, con tantas formas de amar, de conocer, de temer, de ser, tenemos su mezcla genética. Somos ellos.
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