Gabrielle snot
-J'ai le souffle court- pensó en aquél idioma que tanto le gustaba escuchar en los tonos más bajos, de la boca más grave; mientras suspiraba (creyendo) por aquellos amores pasados y sentir de regreso, por unos momentos, un leve aroma a caoba y sus manos temblaban y su piel se erizaba. Mas al aspirar de ese fresco aire ansioso de entrar a sus pulmones para darle más vida, dos corchos verdes impedían el paso del aire para seguir suspirando.
-Sanglante snot- ensayando de sus libros de francés en un tono nasal, apenas comprensible para un oído sano y levemente un poco más insoportable para ella, pasando de la respiración violenta al jadeo, del jadeo a la asfixia, de la asfixia al sofocamiento. -¡C'est vous qui me cause pas de respirer!-como oración, una plegaria, ya sin fuerzas para seguir apenas con las manos cerradas para levantar aquella oración/ ¿será el amor?/ ¡of course!/ pero ya no...
Este espacio del escritorio cada vez se le hacía más pequeño, libros, notas, boletos, ropas, máscaras y menos aire para ella, pelusa por aquí, pelusa por allá. Aventar todo por la ventana frente a ella podría parecerle una buena opción, como esperando que todo eso que poblaba esa curva del espacio, porque la del tiempo con menos aire se iba más lento, quedando casi inalterable (de menos llegaría algo a él, de la mano del viento, aunque sea uno de estos papeles...aunque sea uno sólo y ya)
Se arrastró al baño, con la visión nublada por la falta de oxígeno, juraba que serían sus últimos instantes: viscosa, la nariz tapada y el corazón a punto de reventarle (au revoir cher) y con sus últimas fuerzas, su delicada mano alcanzó la llave del agua caliente que con en ese momento para ella era lo más parecido a un milagro: el vapor que comenzaba a dilatar su nariz de bolita y respingada a la vez, iba descongestionándose poco a poco.
La locura: lo que se iba aflojando, comenzaba a ser un exceso, se sonaba la nariz y los mocos no paraban. ¿El papel?- pensó cuando sus ojos se alarmaban al ver el carrete vació -¡El papel!- y ya no había nada más por hacer. Y la pared le habló -je suis ici, venez- con una sonrisa picarona, ella veía un tentador lienzo, los mocos aumentaban y con la mano, decidió pintar la pared de verde (verde moco, claro está).
Sorprendentemente, aquella pintura comenzaba a transformarse en lo que sería un portal interdimensional, como aquella teoría de los agujeros de gusano en el espacio que transportaban a quien se adentrar en ellos a diferentes puntos de la galaxia o a otros planos del dodecaedro que conformaban las dimensiones del universo; o también le parecía uno de esos agujeros sin fondo que había visto en las caricaturas. El ratón corría sujetando el agujero y lo aventaba en el camino del gato, desaparecía y volvía a aparecer en otro lugar.
¿Y si me meto, podría llegar a él?- suspiró una vez más y sin pensarlo, se aventó de chapuzón hacia el vacío en el más salvaje y tranquilo viaje jamás experimentado hasta el momento. Había estrellas azules, tierra roja, pinos y abedules y soles blancos. Estaba segura que algún día lo encontraría.
Nariz destapada. Regresó a limpiar la pared luego que la regañaron, pues despertó en su cuarto....
Sanglante snot.
No hay amor que te sea más placentero que el que uno se le tiene al moco. Ya lo dice Pescetti: "Si tu quieres ser feliz mete un dedo a la nariz, si quieres ser otro poco mete el otro y saca un moco"
ResponderEliminarRecordé que una vez un amigo se entrometió en una conversación nuestra y objetaba sobre ¿cómo la felicidad podría ser comerse los mocos? Bastante puritano, reprimido y obstinado el comentario. Lo que nunca se imaginó es que hablábamos de ésta canción (que por supuesto fue posteada en ese mismo comentario)Sin embargo, apuesto que lo intentó. C'est la vie!
Ps; gracias por aquello de la nariz boluda y respingada jajaja. El francés mi top. Debo agregar que si ya era tu fan, ahora lo soy más.
Te abrazo fuertemente :)