Neuroplasticidad: las posibles configuraciones cerebrales

Las formas posibles de conocer nos han remitido a una dimensión física, una biológica y una metafísica, desde que nos sabemos humanos siempre nos hemos preguntado ¿cómo es que conocemos? y las respuestas para explicar esto han venido desde la consciencia espiritual remitida a la divinidad. Dios era partícipe de nuestras voluntades, inspiraciones, haciendo de nuestro cuerpo, una entidad física y biológica al alcance del creador para estar a su completa disposición. Dios sería entonces nuestra "guía" nuestro "kubernetes."

Sin embargo, demostrar una relación tan poderosa entre nuestra dimensión biológica y espiritual en un universo alejado de la divinidad sería entonces poner, para los seres vivientes y en específico a los humanos, la capacidad del cerebro para poder establecer una relación con el mundo, con los demás seres vivos, con los demás seres humanos como seres iguales y diferentes con los que puede hacer lo que denomina sociedad; desde la lógica particular de las configuraciones cerebrales de cada ser. Morin (El Método. pág. 35) definiría esta relación como "cerebro/espíritu": ¿qué es un cerebro capaz de crear un espíritu capaz de explicar la naturaleza del cerebro y de sí mismo?

 La idea del cerebro como una máquina perfecta,  una máquina que nunca deja de sumar- aunque claro está, tiene sumas positivas y negativas, que de ser positivas les podemos llamar recuerdos, y las negativas, aprendizajes- capaz de crear una realidad y como especie, una realidad colectiva pone como central el buen funcionamiento y desarrollo de nuestras capacidades bio-psico-socio-culturales. El cerebro en sus infinitas configuraciones de redes neuronales para poder crear, para poder recordar, para comunicarse y utilizar los elementos de su entorno para poder formarse con las demás personas también habla de que esas redes son modificables, y nuestras capacidades pueden mejorar o degradarse dependiendo de los usos que hagamos de los elementos del exterior (tal vez tomar una piedra para levantar una pared, utilizar nuestros dedos para poder leer el Braille, estar en frente de una monitor de computadora realizando una infinidad de tareas, la capacidad de adaptar nuestra vista a la oscuridad etc.).

La neuroplasticidad entonces nos abre un abanico infinito de posibilidades de configuraciones cerebrales y de descubrimiento de habilidades que tal vez como individuos no se tenían en cuenta y puede ser que como sociedad, indiquen también nuevas formas desenvolvimiento, resolución de problemas, comprensión intelectual e interpersonal. Tan sólo habría que imaginar a un cerebro, dado que las neuronas pueden concentrarse en áreas donde ciertas habilidades han sido perdidas, la energía que se requiere para formar una nueva red neuronal, para que las neuronas puedan a la manera de un fototropismo, un "neurotropismo" (así como las plantas se mueven hacia la luz solar, las neuronas se inclinan hacia las zonas donde se requiere la mayor concentración de energía), el desarrollo de nuevas habilidades tendría que tomar en cuenta esta nueva configuración. 

Así como la neuroplasticidad puede abrir la puerta al desarrollo de nuevas habilidades, también, como seres en un entorno, habría que tomar en cuenta también que de nuestro entorno hace que las habilidades ya desarrolladas se degraden, el ejemplo es claro con la llegada de los medios en primer lugar y  las TIC posteriormente, las preguntas podrían ser simple ¿qué se pierde y que se gana con la constante interacción con estas tecnologías? ¿para que utilizar y como escapar a la unidimensionalidad y fuga cognitiva que auguran algunos teóricos de la sociedad tecnologizada? La condición sería establecer un equilibrio "neuroplástico" entre las capacidades intelectuales (raciocinio, imaginación, abstracción, deducción, lógica) con las que los programas nos ofrecen (intuición, simplificación, reducción etc.)

Fuentes:
- Carr, Nocholas. Superficiales. ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes? Ed. Taurus. 2011
- Morin, Edgar. "El método III: el conocimiento del conocimiento." Editorial Cátedra. Madrid. 1982

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